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jueves, 19 de enero de 2012

Capitulo 7: No abras la puerta

Capitulo 7: No abras la puerta.
Mientras Silvia y Manu se iban a un lugar apartado de la cafetería, Ainhoa se dirigía al ascensor. Pulsó el botón que rezaba 4. Necesitaba decirle a Sarah que se iba. No aguanta un minuto más ahí, viendo como la gente sufre o en el peor de los casos muere. La chica agitó su cabeza. No quería pensar en eso. Alberto había ido al coche a buscar mi mochila y mi chaqueta.
La puerta se abrió y salí medio corriendo en busca de la habitación de Rubén. Oía una canción. Ai se eu te pego. No sabía si a Rubén le gustaba pero decidió acercarse. La música era cada vez más intensa. Provenía de detrás de una puerta en el que estaba escrito el número 411. La abrió con más decisión de la que en realidad tenía.
No pudo contener que una lágrima se le saliera de su hermoso ojo azul celeste. Rubén estaba muy pálido, estaba conectado a un respirador y a una máquina que te detecta los latidos del corazón que tanto irritaba a Ainhoa. Pero también se encontró con algo que no esperaba…

Alberto se pasó por la cafetería para ver si Ainhoa había terminado de hablar con Sarah y le estaba esperando. No fue así. Solo reconoció a Silvia hablando animadamente con un camarero. Hugo se había ido a su casa y Aarón a tomar el aire. Fue hacia el vestíbulo donde se ubicaban los ascensores. Pero entonces se paró. Vio unas rosas rojas muy bonitas y al instante pensó en Ainhoa. Fue entonces cuando se le ocurrió la brillante idea. Su dirigió al puesto y le pidió a la chica una decena de rosas rojas. Cuando las terminó de pagar se dirigió al ascensor y pulsó el 4. La espera hasta que se abrió la puerta fue infernal no aguantaba más. Salió embalado cuando esta se abrió. Habitación 411. Estaba medio abierta y Alberto la abrió al instante se arrepintió. Contempló horrorizado como Ainhoa y Lucas se besaban. Ella fue la primera que reaccionó. Le miró con una mezcla de horror y pena. Sus labios con los que él tanto había soñado ya tenían dueño. Él sonría con suficiencia. Los dos miraban las flores que Alberto llevaba en la mano. Se sintió estúpido por creer que podría estar con su alumna.
-Alberto-murmuró Ainhoa con tristeza-no es lo que parece es que…
Ya no oyó nada más. Salió tan rápido como había entrado. Parecía que jamás hubiera estado en aquella habitación salvo por el ramo de rosas rojas. 

lunes, 16 de enero de 2012

Disculpas y pequeño relato

Primero me quería disculpar por no escribir antes. Resulta que en mi portátil no funciona así que como tenia ahí el texto no pude sacarlo hasta recientemente. Lo siento mucho.


Y voilà un pequño texto para un microconcurso:




Abrí el libro de matemáticas. La foto de Iván y yo en la playa el verano pasado. Me entraron ganas de llorar. Pensé que la había perdido. Miré en dirección al chico que me había robado aquel pequeño corazón que parecía incapaz de amar. Sonreí para mí pero mi amiga Paz también se dio cuenta:
 -¿Y esa foto?-preguntó arrebatándomela de las manos. Observé como Paz miraba alternativamente la foto y a mí con los ojos como platos. Como era una gran cotilla la pregunta del millón no se hizo tardar:
-¿Cuándo te hiciste esta foto? Tía ¡Qué fuerte!-dijo Paz. Vi que Iván se giraba y nos sonría. Noté como mis mejillas enrojecían. Me centre en Paz y su gran ansia de saber.
-Nos la hicimos en verano-dije con falso cansancio.
-Claro por eso no dejabas de mirar a Iván en todas las horas de clase-explicó Paz para sí misma. Quedaba un minuto y le daría a Iván el regalo de San Valentín. Le vi por milésima vez en aquel día pero también traté de oír lo que decía el profesor:
-Hacéis los ejercicios de la pagina nueve y los quiero para mañana en mi mesa. Le quite a Paz  mi foto. Saqué mi regalo y fui hacia Iván.
-Hola -dijo con su voz que me hacía que me repitier. Le besé. Fue un gran beso, apasionado, dulce, especial y el primero que nos dábamos en público. Cuando terminamos le di el regalo pero no lo abrió.
-Amor ¿por qué no abres el regalo?-pregunte. Él me miro con sus ojos azules. Su mirada era lo que me había enamorado de él. Era un ángel rubio y delgado.
-Porque para mí el regalo eres tú-dijo apasionadamente mi novio. Me atrajo hacia sí y volvió a besarme. Oí unos <<Ohhh, ¡Qué bonito!>> pero eso no me impidió que le siguiera besando.
Entonces sentí que me elevaba. Nuestros labios seguían juntos pero notaba que estábamos volando. Abrí los ojos y observé como Iván y yo sobrevolábamos la ciudad. Era un ángel con unas grandísimas alas blancas Me separe un momento y le mire a los ojos.
-Eres un ángel-musité. Él me miro con una gran sonrisa y asintió. Nos sentamos en una nube. Comenzamos a besarnos.
-¿Dónde está el regalo que te he hecho?-pregunté. Él empezó a abrirlo. Mi corazón iba a mil cuando lo sacó. Era una carta que había escrito. Intenté acomodarme en la nube en lugar de eso caí a gran velocidad. A pesar del miedo me sentí feliz. Iba a morir borracha de amor pero cuando pensé que iba a romper la crisma sentí unas manos firmes que me abrazaban. Allí estaba él con su sonrisa perfecta. Sus ojos me decían que siempre estaría ahí cuando le necesitase. Le besé otra vez.
Entonces me desperté. Solo había sido un sueño. Mire a mi alrededor y vi una pluma blanca con la foto de la playa en mi almohada. No había sido un sueño. Era mi cuento. Y yo su protagonista.

lunes, 2 de enero de 2012

destruida

Yo no sabía por qué.
Sólo sabía el dónde y el cuándo.
Hoy a las 17:55 en la plaza mayor.
Lo ponía en la nota que me había dejado en la taquilla del colegio. “Ven sola a la plaza mayor el viernes 31”.
Soy Anna. Tengo 14 años. Soy la última viajera del tiempo de mi especie. Encima me quieren matar. Vivo oculta en una pequeña ciudad de Madotris Occidental. Madotris es un estado que se formó tras la guerra de la Unión Europea. Ahora todos vivimos bajo el poder de la presidenta Juma. Madotris Occidental está compuesta por la antigua España, Portugal, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, República Checa y Suiza. Yo vivo en lo que antes de denominaba “España” con mis tíos lejanos por parte de padre. Soy una viajera del tiempo por parte de madre. La patrulla jumariana los ejecutó en público como castigo.  
Yo todavía no sé controlar mis poderes. Mis tíos no saben lo que soy.
-Ve al colegio Anna-dice mi tía. La vi haciendo las tareas del hogar. No parecía una persona. Su piel era verde claro. Su pelo era de un rosa muy chillón al igual que sus ojos. Estaba delgada por una nueva dieta que estaba probando. Yo en cambio parecía una persona normal que salía en mi libro de historia. Yo era pelirroja, pálida, bajita, delgada y con ojos azules… Por eso no tenía muchos amigos porque era una persona “rara” para ellos.
Cogí mi cartera. En la puse en el hombro. Cogí mi mochila con propulsora. Llegué al colegio en dos minutos.
Fernando me estaba esperando en la puerta del instituto. Fernando también era igual que yo. Él era un mago. El ultimo también de su especie. Pero a ellos no los ejecutaban en público. Les daban una pastilla para que no usaran sus poderes. Él era moreno, de ojos marrones con cara de corazón. Era alto, delgado y jugaba en secreto al fútbol. Ahora era delito divertirse. Los cines no existían, ni los parques, ni en los colegios podías reírte porque te castigaban pasando medio mes en la cárcel vulgar.
Fernando la saludo con la cabeza.
-Hola-dije yo.
-Me han mandado una cosa muy extraña-dijo Fernando. Sacó un folio de su cartera. Me lo tendió y lo examino. El folio reza “Ven a la plaza mayor a las 17:50.Solo”. Me volví y le miré. Era nuestra forma de decir que las cosas no van bien.
-A mí también-susurro. Fernando me miro. Conecté mis pensamientos con los suyos. Él no podía por la pastilla pero si pensaba yo lo oiría.
-Vamos a ir juntos-pensé. Él no pensó nada solo me miro a los ojos, pero noté su preocupación.
-Anna es peligroso. Vete de la ciudad-pensó Fernando.-Lo siento pero es así.
-Oye ¿y por qué buscamos a alguien que nos ayude?-preguntó mentalmente. Fernando asintió pero no le parecía buena idea.- ¿Vamos a ver a tu abuelo?-Fernando asintió otra vez.
Cogieron sus mochilas propulsoras y llegaron a la casa de Fernando en cinco minutos. La casa de Fernando era normal. De 3 pisos. En el primer piso Fernando y sus familiares comían y veían los anuncios de la presidenta Juma. En la segunda planta Fernando y sus padres tenían sus dormitorios. En el tercer piso estaba la biblioteca y la habitación del abuelo de Fernando. Allí llegamos nosotros.
Fernando abrió la ventana. Su abuelo estaba sentado en una butaca. Parecía que estaba muerto pero respiraba.

Capitulo 6: Te puedes olvidar de todo solo por una sonrisa

Capitulo 6: Te puedes olvidar de todo solo por una sonrisa
Sarah sacó de su bolsillo el móvil. Su hermano Rubén seguía en coma pero ella había oído que tenías que estimular con canciones o hablando de cosas.
Buscó en su música. ¿No podíamos ser agua? Play. La chica empezó a cantarla. Le traían muchos recuerdos felices. Con hermano pequeño. Con Aarón.
A Rubén le gustaba esta canción porque era, según él, mágica. La primera vez que el chico la había escuchado, no dejaba de menear la cabeza intentando seguir el ritmo. Al recordarlo se puso a llorar. “No Sarah. Tienes que terminar la canción. Por él.” pensó la chica. Siguió cantándola hasta el final.
Pasó a la siguiente canción. Cuando me enamoro. Enrique Iglesias era de sus cantantes favoritos porque tenía música latina. A Rubén le encantaba la música latina era su favorita.
Sarah miraba a su hermano en busca de alguna reacción. Él no respondía.
Pero cuando la chica se dio la vuelta Rubén empezó a mover la mano siguiendo el ritmo de la canción.

Silvia entró en la cafetería en busca de su amiga Ainhoa. Tenía que contarle lo que le había pasado. Hugo y ella. Ella y Hugo. Temblaba solo de pensarlo. Hugo se había ido a su casa porque tenía que estudiar inglés para mañana porque tenía una pre-evaluación.
La chica morena al no divisarlos se dio cuenta de que tenia sed. Buscó en sus bolsillos en busca de monedas. Encontró una de 20 céntimos y otra de 1 Euro. Se acercó a los paneles donde rezaban los precios. Un café le costaba 1,10 Euros. Se puso en la cola. Solo había tres personas delante de ella así que transcurrió poco tiempo hasta que la atendieran.
-¿Qué desea?-preguntó un chico rubio con un fuerte acento francés.
-Un café normal, por favor-dijo la chica. Se fijo en que el chico era un poco bajito en comparación con Hugo pero lo demás no tenía nada que envidiarle. Era muy musculoso. Se notaba que iba al gimnasio.  Sus ojos eran verde pero en tono muy apagado.  Tenía una nariz aguileña pero en los chicos, al contrario que en las chicas, le quedaba muy bien.
El chico depositó en la barra un vaso de plástico. El café se estaba haciendo en la máquina de hacer cafés.
-¿Por quién estas aquí?-preguntó el chico con acento francés.
-Por una amiga. Su hermano estaba en coma-explicó Silvia.
-Ah… entonces ¿Ainhoa y tú os conocéis?
-Sí.
-Pobrecilla vuestra amiga.
-La verdad es que sí. Sarah es muy sensible en ese sentido. Encima odia los hospitales. ¿Puedo hacerte una pregunta?-dijo Silvia cambiando de tema.
-La acabas de hacer- replicó el chico con una sonrisa.
-Bueno pues otra-dijo Silvia riéndose.
-Adelante, pues.
-¿Eres francés?-pregunto la chica morena.
-Bueno… en parte sí porque he vivido allí cinco años de mi vida pero en realidad soy inglés.
-Ah. ¿Cómo te llamas?-preguntó ella imaginándose un nombre inglés como Will.
-Manuel-respondió él.
-¿Manuel? Ese nombre muy ingles que digamos no es-dijo Silvia.
-Es que mi padre era español y mi madre también pero se conocieron en Inglaterra. ¿Y tú, doña preguntona, cómo te llamas?-preguntó Manuel con una sonrisa en la cara.
-Me llamo Silvia-respondía con un poco de vergüenza.
-Te invitó al café pero si te lo tomas conmigo ¿vale?
-Vale-dijo Silvia sonriendo.

SIENTO MUCHO no haber escrito ayer. ¡Feliz año nuevo!

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