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jueves, 29 de diciembre de 2011

Capitulo 4: De cómo el hermano mayor de Sarah y Aarón encuentran la manera de consolar a la chica pelirroja. Parte 2

Sarah se acercó al mostrador. En él había una mujer de mediana edad con una maraña negro de pelo con ojos azules.
-Hola-dijo Aarón amablemente.
-Hola-respondió cortésmente la mujer.
-Perdone podría decirme cuál es la habitación de Rubén García Fernández-preguntó Sarah cansada de esperar.
La mujer miró a su ordenador. Tecleó el nombre del chico y lo encontró.
-Está en la habitación 411 ¿Qué son ustedes? ¿Familiares o amigos?-dijo la mujer mirando al grupo. Pero Sarah ya no contestaba. 411. Era igual que la fecha de nacimiento de su hermano pequeño. 4 de Noviembre del año 2000.
-Somos parientes-respondió Aarón al ver que Sarah no respondió. Él sabía que esa era la fecha de nacimiento de Rubén. Vio como su chica se mordía el labio inferior para contener las lágrimas que estaban a punto de surgir.
Aarón empujo ligeramente a Sarah para que avanzara hacia el ascensor. Sarah cada vez se encontraba más nerviosa. ¿Estaría bien su hermano? No. Estaba claro que si estuviera bien no estaría allí.


Cuando subieron a la cuarta planta, Sarah se encontró con su hermano mayor.
Lucas.
Tenía el mismo color de pelo que su hermana pequeña, sus ojos en cambio eran grises. Era nadador profesional. Sus padres siempre habían presionado a sus hijos para ser los mejores nadadores por eso tenía un cuerpo por el que Silvia babeaba cada vez que veía al hermano de Sarah. Le gustaba mucho ir por libre. Por esa razón se había mudado a un apartamento en el centro y había dejado de estudiar y empezó a trabajar como camarero de un bar. Su hermana la odiaba por eso. No la había protegido cuando ella la había necesitado, y ella no hizo lo mismo con su hermano pequeño. Lo cuidó y lo amó como si fuera su madre. En cambio su hermano mayor había pasado de Rubén.
-¿Qué haces aquí?-preguntó Sarah nada más salir del ascensor con Aarón. El grupo se había quedado en la cafetería hasta que ella los llamara.
El chico hizo que se sorprendía pero ella ya sabía que solo era un mísero truco.
-Mi hermano pequeño está en coma ¿por qué no iba a venir?-preguntó inocentemente Lucas.
-Aarón ¿nos puedes dejar a solas? Por favor-dijo Sarah. Aarón dudó un momento, Sarah se acercó a su oído y le susurró:
-Tranquilo, sé cuidarme sola. Bájate a la cafetería. Ahí está el grupo-antes de que Aarón replicara Sarah lo besó en la boca. Esto la tranquilizo bastante. Ahora estaba más segura de poder enfrentarse a su hermano mayor.-Adiós.
Aarón bajó por la escalera preguntándose si estaba haciendo bien dejando a Sarah con su hermano.

Cuando el chico se hubo ido Sarah se tensó un poco pero enseguida se recompuso. Su hermano fue el primero en hablar.
-Sarah… ¡Qué guapa estás! Y también has crecido mucho desde que no te he visto-dijo sonriendo.
-Si no te hubieras ido me habrías visto crecer-reprochó Sarah a su hermano.
-Sarah te juro que he cambiado ya no soy la persona detestable que era hace un año. Ahora soy otra persona. Estoy estudiando en la universidad pero sigo yendo a nadar. Soy responsable.
-Si te soy sincera no te creo pero me gustaría que me llevarás a la habitación de Rubén…-dudó un momento pero pregunto-¿Cómo está Rubén? ¿Cómo está papá y mamá?
-Rubén está bien dicen que lo más probable es que se despierte en unos días. Papá y mamá están destrozados pero… se alegran de que esté aquí.
-Bueno ellos te siguen viendo como su hijo pero yo te tengo calado.
Se pararon delante de una puerta. La 411. Lucas abrió la puerta. En el centro de la estancia estaba Rubén. Sarah no pudo contenerse y se puso a llorar. Se apoyó en su hermano mayor. Este la abrazó con fuerza. Él también había llorado pero en secreto.
Rubén estaba pálido. No se distinguía su rostro de las sabanas blancas. Su pelo seguía pareciendo una mecha roja. Respiraba gracias a un respirador. No parecía el mismo niño que esta mañana se había despertado con ganas de jugar un partido de fútbol.
Para que se juntaran dos hermanos, él más pequeño tenía que sufrir una enfermedad.
Sarah no podía parar de llorar. Unos brazos más la abrazaron no necesitaba saber de quién eran.
Aarón.
En realidad el chico nunca había bajado a la cafetería. Lo había estado “espiando”. No se fiaba de Lucas.
Estuvo así unos cuantos minutos, pero… termino por separarse. Miró a los dos chicos. Uno es su pilar ahora y otro lo fue cuando era más pequeña.
Aarón y Lucas. Lucas y Aarón.
Tan diferentes y tan iguales a la vez.
-Cariño… por favor no llores más-dijo Aarón.
-Cariño… pero ¿qué cursilería es esa?-preguntó Lucas. Sarah sonrió. Aarón sonrió a su vez, pero, le molestó que hubiera sido su hermano y no él el que le hubiera hecho sonreír.
-Es mi amor así la llamo cariño.
-Vale, vale, Don Romeo-bromeó Lucas. Sarah volvió a sonreír.
-Oye, oye ¡cuidado conmigo!-bromeó Aarón a su vez. Sarah rió hasta más no poder. Les agradecía mucho que la hicieran reír.
-Me podéis dejar a solas con Rubén, por favor-dijo Sarah en voz baja. Los chicos se miraron y asintieron a su vez. Antes de irse Lucas le dio un beso en la mejilla de su hermana y le susurró:
-He cambiado.
Aarón se acercó le dio un beso en los labios y otro en la frente. También le susurró al oído:
-Te quiero. Si me necesitas llámame al móvil.
Cerraron la puerta cuando salieron de la habitación. Sarah se acercó y se sentó en la silla al lado de la cama de Rubén. Estaba igual que cuando dormía. Le acarició el pelo. Empezó a llorar sigilosamente.

Lucas y Aarón cogieron el ascensor para bajar.
-¿Por qué Sarah te odia?-preguntó Aarón al pulsar el botón que indicaba el 0.
-No me odia. Sólo es así conmigo ¿vale? Novio perfecto.
-¿Eres así de borde con todo el mundo? Sé amable ahora. Están las amigas de tu hermana.
-Mira soy amable con quien me cae bien. Tú no. Sé que estas con Sarah por el interés. Seré amable con Ainhoa y Silvia. Ya las conozco de antes.
Llegaron a la cafetería. Estaban Ainhoa, Silvia, Hugo y Alberto.
Ainhoa sentía que Alberto era perfecto. Nunca había estado tan embobada con una conversación. Cada vez que hablaba con Alberto sentía que tenía que besarlo. Sus labios eran carnosos y rosas. Quería quedarse a solas con él. Tocarlo, acariciarlo, besarlo, estar juntos,… ser felices a pesar de la edad y que ella era su alumna y él su profesor.
Ainhoa no sabía que pensar. Era ilegal. Pero porque no soñar. Alberto era especial. Simplemente eso. Especial.

Hugo estaba celoso. Desde que estaban en el hospital no había cruzado palabra con Ainhoa. Solo había estado con Silvia. Ella lo miraba de una forma extraña. ¿Por qué Ainhoa solo miraba a su profesor? Se odiaba a sí mismo. Decidió que ahora pondría celosa a Ainhoa saliendo con Silvia.
-… Y así fue como conocí a Ainhoa- continuó Silvia.
-Calla.
-¿Qué?
Hugo besó a Silvia salvajemente. Como si necesitará aquel beso más que comer o dormir.

Ainhoa desvió la mirada y vio como Hugo besaba a Silvia. Por una parte se alegraba pero por otro estaba celosa. Muy celosa. Hugo había pasado de ella.

Lo que no sabía Ainhoa era que gracias a aquella circunstancia estaría más cerca de conocer el amor verdadero.

Siento no haberlo publicado ayer pero es que tengo asuntos que no puede desatender.
Gracias por esperar.
Besos.
Lola

2 comentarios:

  1. Pobre Sarah, en fin... tranquila si no puedes publicar un día, esperaré lo que haga falta, cada persona tiene su vida. Fíjate en mi blog: solo tiene tres entradas y eso que lo hice en verano, tardo mucho en escribir algo y después en decidirme a publicarlo =)
    Seguro que Rubén se pone bien, digo yo... sino sería muy triste...
    Hasta pronto,
    bss, Sara.

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  2. Sara de verdad muchas gracias por leer mi historia.
    Todavía no he decidido si Rubén vivirá o ... lo otro.
    Besos, Lola

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Espero que comentéis como cada una de vuestras opiniones me hace muy feliz pero siempre desde el respeto
Lo único que puedo decir es...
¡Gracias! :D

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