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martes, 7 de febrero de 2012

Capitulo 1 (Fuego): El funeral

1
El funeral

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma
.
Pablo Neruda, Sólo la muerte


Se estaba mirando delante de un espejo. Apenas se recocía. Aura Di Aloi estaba pálida, tenía los ojos llorosos. Lleva un vestido negro que hacía que destacase más su piel blanca como el mármol. Lleva el pelo de color rubio cobrizo recogido en una coleta alta. Se quedó contemplando su habitación. Era pequeña pero acogedora. La paredes era de un color morado intenso. En el dormitorio había una cama con una funda púrpura, a su lado había una mesilla de noche en el que descansaba un libro Hamlet de William Shakespeare. Había un lienzo sobre un potro con la paleta todavía con pintura. A Aura le gustaba mucho pintar. Esa su forma de evadirse del mundo. Ahora el lienzo estaba cubierto por una fina capa de polvo, desde hacía tiempo no pintaba. Había un gran armario empotrado en la pared morada donde Aura guardaba su ropa más cotidiana.
Volvió a contemplar la cama con su funda púrpura.
Quería tumbarse y no volver a moverse en toda su vida. Decidió que eso era lo que iba a hacer pero alguien llamó a la puerta de su dormitorio. Se quejó en voz bajo pero fue a abrir. Se encontró con su primo Dario. Este vestía un esmoquín negro, a Aura le recordó a un pingüino e hizo que sonriera para sus adentros.
-Aura ¿te falta mucho?-preguntó su primo Dario. Era alto, con unos pocos musculos. Su pelo era castaño con destellos pelirrojos. Sus ojos eran de un tono marrón clarito que a más de una amiga de Aura le había robado el corazón.
Desde hacía unos meses Aura vivía en casa de su tía Laura, al ser la única familia que le quedara. La casa estaba en el centro de la ciudad. Vista desde lejos aquella casa era de un azul cielo muy bonito. Tenía dos plantas y una buardilla. La tía Laura la había alojado en la buardilla. Ella había la pintado y decorado a su gusto, pero no se sentía en casa. La tía Laura y su madre se llevaban mal por eso Aura apenas conocía a sus primos. En aquella casa vivían su tía con sus tres hijos. Dario, de dieciseis años, Psique de la misma edad que Aura, catorce años. Era baja, con ojos negros,delgada y de cabello negro. Y Eros. Tenía quince años, era el más guapo de toda aquella familia. Era rubio como su padre. Sus ojos eran verde esmeralda, era alto.
-No... pero no me apetece ir-confesó Aura a media voz. Dario frunció el ceño.
-Pero Aura es... era tu madre-se corrigió Dario.
Aura sabía que tenía que ir al funeral pero no podía. Sentía un frío que se extendía por su cuerpo. Las lágrimas amenazaban resbalarse por sus mejillas. Miro detrás de su primo, centró la vista en una mesa que había y las lágrimas se ocultaban otra vez. Eros apareció de la nada. Era tan misterio o incluso más de lo que aparentaba. Eros vestía una gabardina negra, debajo de esta vestia una camisa de franela negra con unos pantalones negros. Aura se fijó en que sus ojos no rebolaban la vitalidad que días anteriores había visto. Era un tono verde esmeralda apagado, triste. Eros era muy tímido, por eso ella apenas había hablado con él. De todos sus primos, él era el único que había respetado su dolor. Psique en cuanto había llegado le había hecho un interrogatorio. Le había preguntado por su madre, por su antigua vida, si tenía novio y montones y montones de preguntas más. Dario la ignoraba, no le hacía caso salvo que fuera necesario. Su tía era peor todavía. Solo le hablaba de cuando su madre y ella eran pequeñas. Eros solo le había dirigido cinco o seis palabras contadas, pero en clase era igual. Era el chico solitario que nadie conocía. Los chicos le hacían el vacío por ser el chico más guapo y las chicas no se atrevían a hablar con él. Pero si por un casual hablaban él no les hacía caso.
-Dario si Aura no quiere ir no tiene porque ir-intervino Eros. Dario se sobresaltó pero no se giró.
-Pero era su madre tiene que ir-sentenció Dario. Eros no estaba de acuerdo pero no replicó.
-Bueno voy a ir pero si me caigo no será culpa mía-objetó Aura.
Dario se fue en cuanto Aura termino su frase. Eros se acercó con una sonrisa irónica.
-¿Por qué sonries así?-preguntó Aura molesta. Eros acentuó aquella sonrisa.
-Porque me haces gracia cuando estas enfadada-respondió. Aura le sorprendió la respuesta, pero en cierta forma se lo esperaba. Lo observó atentamente. Tenía un rostro angelical. No parecía el tipo de que chico que estaba solo en los recreos, tendría que ser el tipo de chico que sería muy popular. Ella al igual que él estaba sola, pero al menos tenía una medio-amiga. Parecía que Eros quisiera pasar desapercibido.
-Bueno lo que tú digas...-dijo Aura, dicho eso entró en su habitación morada a por su collar. Era un collar de plata con una piedra malva. Estaba en su mesita de noche. Deseaba que Eros se hubiera ido pero estaba ahí. Contemplandola fijamente. Ella se sintió un poco abrumada, sintiendo el peso de esos ojos verdes en su rostro marmóleo. Estaba sujetando el marco de la puerta. Aura miró a sus pies era incapaz de sostenerle la mirada.
-Me ayudas a bajar, es que tengo miedo a estos tacones-pidió la chica.
-Vale agárrate a mi brazo-Eros levantó el brazo y Aura lo aceptó.
Bajaron las escaleras lentamente debido a los tacones que Psique le había dejado. En la sala de estar, estaban Laura con un vestido negro muy ancho, Psique con otro vestido que parecía que iba a salir en vez de ir a un funeral y Dario con su esmoquin que parecía un pingüino.
-¡Ya era hora!-exclamó Psique. Aura miró el reloj, eran las 16.35. La verdad es que era muy tarde. Laura parecía nerviosa. No dejaba de retocar las flores del salón. Dario estaba sentado en una silla y apoyandose en la mesa mientras jugaba con las flores secas.
-Lo siento-se disculpó Eros en vez de Aura. La sala de estar estaba pintada de un color crema viejo. En aquella sala había una mesa de color caoba al igual que las sillas. En las paredes había cuadros de lugares tranquilos de la ciudad, también había una televisión de plasma colgada. Había un escritorio con muchos folios en él.
-¿Nos vamos ya?-preguntó Laura, dejando la planta del escritorio tranquila. Todos en la sala asintieron. Laura cogió su bolso y sacó las llaves de su coche.
Aura se separó de Eros y fue hacia la puerta de la casa, el coche estaba aparcado en la calzada. Era un renault mégane coupé. Eros, Aura y Psique se sentaron atrás mientras que Dario se sentó con su madre. Psique se acercó al oído de su hermano y le preguntó:
-¿Por qué vamos al entierro de esta señora?
-Psique, por favor, no empieces otra vez. Era tu tía y tienes que ir-sentenció Eros. Aura aunque miraba por la ventana los estaba oyendo perfectamente. Se sintió ofendida. Hace un día Psique le había dicho que quería mucha a su madre.
Nota mental: no confiar en Psique y agradecerle a Eros la ayuda”pensó Aura.
-Pero si tu tampoco la conocías-siseó Psique.
-Eso es lo que tú te crees-murmuró en un tono muy bajo Eros. Aura abrió los ojos y le miró sorprendida. ¿Conocía su madre? ¿Cómo? ¿Cuándo? Eros también se giró y la miró.
-¿Podrías repetir eso?-preguntó Aura con gran asombro.
-¿Me has oído?-preguntó a su vez Eros extrañado. Aura estaba empezando a dudar sobre si realmente lo habría escuchado. Aura negó con la cabeza pero no las tenía todas consigo.
-No es que me parecía que habías dicho algo.
-Pues no-respondió Eros más tranquilo.
Laura aparcó el coche en el parking del tanatorio. Aura abrió la puerta enseguida y salió medio corriendo. ¿Se estaba volviendo loca? No tenía respuesta para eso.
En la puerta del tanatorio había un hombre. Llevaba puesto una gabardina negra, con un sombrero negro. Era alto, de complexión fuerte pero no muy musculoso, aparte de eso ya no se le veia nada más. ¿Quién sería ese tipo? Eros y Psique se pusieron a su lado. Estaban cuchicheando sobre su madre pero siguió mirando al tipo. No se movía pero parecía que la miraba.
-¿Verdad, Aura?-preguntó Psique. Aura bajo de su mundo y la miró. Parecía la típica adolescente, no había nada que dejara a la imaginación. Todas las compañeras de su clase y Psique eran clones. Vestía, hablan, reaccionaban igual. Aura no se consideraba así, por eso salvo su amiga Cristi todas sus compañeras de clase eran igual.
-No sé-respondió Aura pisando fuerte por la calzada pero disminuir su enfado.
-¿Cómo lo ibas a saber? No haces más que mirar a la nada-respondió Psique. Aura ebullía de rabia pero volvió a mirar hacia aquel hombro pero sorprendentemente no estaba allí. Aura frunció el ceño. Era posible qué en quince segundos hubiera desaparecido alguien. Probablemente se habría ido al tanatorio.
-Psique no te metas con tu prima-advirtió Laura. Esta estaba a la derecha de Aura. Tenía los ojos rojos y bajo ellos había unas ojeras negras.
-Gracias, tía pero no me molesta en el fondo tiene razón-replicó Aura.
-Qué rastrera es mi primita-dijo Psique. Aura la miró con la cara desencajada. Pensaba eso de ella, imposible. Miró a su tía pero parecía que no lo había oido.
Pisó tan fuerte que el tacón se le rompió.
-¡Ah!-exclamó Aura en parte por sorpresa en parte por dolor. Eros la cogió antes de que ella se cayera. Psique la fulminó con la mirada pero la chica sonría. De cierta forma se la había devuelto a su prima.


Después de la misa del funeral.
Eros, Dario, Laura, Psique y Aura estaban de pie sobre el frío mármol del tanatorio. Había una larga cola de personas conocidas. Todas ellas decían lo mismo: mi más sincero pésame. Aura se sentía incómoda y no solo por el tacón roto. El hombre de la gabardina estaba al lado de la puerta. Ella ansiaba ir con aquel hombre y preguntarle quién era y qué quería. Alba, la amiga inseparable de su madre le dio dos besos:
-Lo siento, Aura ¿Qué tal en casa de tu tía Laura?-preguntó en un tono maternal que hacía tiempo que no oía. Alba tenía los ojos negros enrojezidos. Se notaba que había llorado. Era alta, delgada pero con aquel vestido todavia lo parecía más. Practicamente ella era su segunda madre. De pequeña, Aura se juntaba con la hija de Alba, Jenny. Eran inseparables al igual que sus madres. Pero un día los padres de Jenny se separaron y Alba cayo en las manos de la depresión. Intentó suicidarse y pro eso el padre se llevó a Jenny a Estados Unidos.
-Bueno...-dije señalándome a mi misma.-Sigo viva ¿no?
-Sí-dijo Alba con una sonrisa. Aura no resistió más el impulso y la abrazo. Empezó a llorar.-Alba... echo tanto de menos a mi madre
Alba le devolvió el abrazo con firmeza.
-Aura si tienes algún problema en casa de tu tía siempre puedes ir a mi casa-dijo Alba desde el cuello de Aura. Se separaron. Alba se despidió.
La chica miró como Alba se iba. Tenía cierta gracia al andar, a Aura se le dibujo una sonrisa en la cara. Pero se le borró al ver que el hombre de la gabardina seguía ahí, mirandola fijamente.
Aura se acercó a Eros y le preguntó:
-¿Puedo irme al baño? Es que estoy un poco mareada.
-¿Quieres que te acompañe?-preguntó con unos ojos verdes suplicantes. Nunca había visto unos ojos tan verdes y... angelicales. Aura con todo el dolor de su corazón negó con la cabeza y añadió:
-No pero gracias por ofrecerte-dijo Aura. Eros tenía una cara de clara preocupación pero asintió.
Aura bajo del altar y se dirigió al hombre de la gabardina. Los pasos de Aura llenaban el silencio de aquella estancia. El chico la siguió mirando con descaro. Antes de que la chica llegara él le dijo:
-En el baño de las mujeres, dentro de cinco minutos.
Aura se sorprendió pero hizo lo que el hombre le decía. Dejo aquella deprimente estancia y fue hacia el baño del tanatorio. El pasillo antes de llegar al baño estaba vacio, lo cual era muy extraño. El silencio solo era roto por el paso irregular del zapato roto. El baño estaba en la otra punta del tanatorio. Aura abrió la puerta y un fuerte olor a amoniaco le golpeó en la cara. En la estancia había un espejo de cuerpo entero. Los lavabos estaban pulcramente limpios, al lado que cada lavabo los dispensadores de jabón estaban llenos. Los baños también estaban muy limpios.
Aura se apoyo en la pared del baño, pero enseguida cambio de posición. Acostumbrada a sus vaqueros, sudaderas y lonas apoyarse en la pared del baño con ropa elegante era muy imcómodo.
La puerta del baño se abrió y entró el hombre de la gabardina.
-¿Quién eres?-preguntó Aura.
-Soy un informador-contestó misteriosamente.
-¿Sobre qué vas a informar?-preguntó con sarcasmo Aura.
-Sobre tu futuro.
-¿Por qué? ¿Acaso eres un vidente?
-No... como tu los conoces-declaró el hombre.
-Vale... Como no expecifiques me voy-amenazó Aura.
-Aura, soy tu informador. Yo te voy a indicar las misiones que tienes que hacer-informó el hombre de la gabardina-.La primera: vas a ir a tu nueva casa y allí en tu cama encontraras un carta de tu madre...
Hasta este momento, Aura había estado escuchando atentamente con escepticismo pero cuando nombro a su madre ya no pudo aguantar más y extalló:
-Perdona que te diga pero tú eres un loco que te estas metiendo conmigo. Yo no te he hecho nada, así que vamos a hacer una cosa... Yo no te he visto y no te denunció por acoso ¿vale?-dijo Aura muy enfadada. A medida que decía esto, Aura se fue acercando a la puerta y terminó su gran discurso con un gran portazo.
Espero que el informador la siguera pero no fue así. ¿Cómo puede haber gente así?
Aura iba tan centrada en sus pensamientos que no vio a Eros que también iba pensando en sus cosas. Chocaron los dos pero Eros sujeto con sus firmes y rectos brazos. Aura se sonrojo al instante.
-¿Estas bien? Iba ahora a buscarte. Ya nos vamos-dijo Eros.
-Sí estoy bien-dijo Aura reincorporándose. Estaba tan nerviosa que solo miraba al suelo. Tenía la sensación de que Eros estaba hurgando su mente. Era una sensación muy pero que muy extraña. Los dos no hablaron de nada más. Fueron al coche donde Psique, Dario y Laura les estaban esperando.
Llegaron a su casa enseguida. Aura se quitó los tacones y subió por las escaleras corriendo. La puerta de su habitación estaba cerrada. “¡Qué extraño!”pensó Aura. Ella nunca dejaba la puerta cerrada. Abrió la puerta con un temor que desde su punto de vista era incomprensible. Su habitación estaba igual. Su temor se fue igual que como había llegado. Dejo sus tacones en el suelo al lado del potro. Se sentó en la cama, pero algo la sobresaltó. Fue un sonido de un papel es espachurrarse. Se levantó de la cama. Vió que allí había una carta. La cogió con cierta sorpresa. En ella ponía su nombre con una letra muy familiar. La abrió con una ansia que no era muy normal.  

Mañana intentaré publicar el 2 capitulo.
Espero que les guste.
Besos, Lola

8 comentarios:

  1. Me gustó mucho! Ya quiero saber quién era el informador y qué dice la carta. Actualiza pronto,
    bss, Sara.

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    Respuestas
    1. Sara tu como siempre siendo un amor. Gracias por leer.
      Besos, Lola

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  2. hola soy nueva y me gusta tu blog y el relato que hiciste en wambie me encanta tienes alma de escritora, eres muy buena en esto, y espero que dentro de unos años vea un libro tuyo.
    un beso y te dejo mi blog por si te quieres pasar, sere tu fiel "comentadora" xd un besito
    http://lexy-jones.blogspot.com/
    http://tragiclovediary.blogspot.com/
    buena suerte.

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  3. Muchas gracias, me acabas de sacar una sonrisa porque siento que tantos años de lectura, que es un gran placer, están dando sus frutos.
    Muchos besos, Lola

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  4. Es que te merecias es te comentario, al leerlo he sentido una cosa especial, a traves de tus palabras, como si estuviera leyendo un libro, me alegro que te haya sacado una sonrisa. un beso
    y espero que tu blog tenga exito.

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  5. Hola Lola! Estaba curioseando en el blog de Egnia y pensé en pasarme por tu blog, me he leído un capítulo y me ha encantado! Eres muy buena escritora :)
    -Pao

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    Respuestas
    1. Ains gracias ;) se hace lo que se puede jajaja aunque no se si deberias decirme escritora xD
      Besos

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Espero que comentéis como cada una de vuestras opiniones me hace muy feliz pero siempre desde el respeto
Lo único que puedo decir es...
¡Gracias! :D

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